domingo, 1 de julio de 2007

Introducción

Campañas militares convocadas por la Iglesia Católica para recuperar los santos lugares que estaban en manos de los turcos-selyúcidas, desarrolladas emtre los años 1095 1269. Estas guerras tuvieron como maxima importancia el contacto directo entre las culturas europea y arabe, de la cual los occidentales adoptaron ciertos patrones de cultura y buen comportamiento, que muchas de estos patrones todavia los adoptamos hoy.

Contexto y Causa de las Cruzadas

El origen de las Cruzadas está enraizado en el cataclismo político que resultó de la expansión de los Selyúcidas en el Próximo Oriente a mediados del siglo XI. La conquista de Siria y Palestina llevada a cabo por los Selyúcidas islámicos alarmó a los cristianos de occidente. Otros invasores turcos también penetraron profundamente en el igualmente cristiano Imperio bizantino y sometieron a griegos, sirios y armenios cristianos a su soberanía. Las Cruzadas fueron, en parte, una reacción a todos estos sucesos. También fueron el resultado de la ambición de unos papas que buscaron ampliar su poder político y religioso. Los ejércitos cruzados fueron, en cierto sentido, el brazo armado de la política papal.
En un esfuerzo por entender por qué los cruzados las llevaron a cabo, las razones serian el dramático crecimiento de la población europea y la actividad comercial entre los siglos XII y XIV. Las Cruzadas, por tanto, se explican como el medio de encontrar un amplio espacio donde acomodar parte de esa población en crecimiento; y como el medio de dar salida a las ambiciones de nobles y caballeros, ávidos de tierras. Las expediciones ofrecían, como se ha señalado, ricas oportunidades comerciales a los mercaderes de las pujantes ciudades de occidente, particularmente a las ciudades italianas de Génova, Pisa y Venecia.


Las causas de las cruzadas son varias:
  • El sentimiento religioso de la población, especialmente su deseo de peregrinar a Tierra Santa.
  • El aumento de la población y la falta de alimento suficiente para la misma.
  • La necesidad de expansión comercial por parte de las ciudades italianas.
  • La amenaza de los turcos al Imperio Bizantino y Europa occidental.
  • El deseo de gloria y ambición de los reyes y señores de Europa.
  • La necesidad del Papado de afianzar su poder ante el emperador germánico.

Primera Cruzada

La causa se la primera cruzada fue que los muslmanes tomaron la santa ciudad y el santo sepulcro.
Ahora en este contexto la iglesia y el mundo medival reacciono para convatir a los invasores de los santos lugares.
La primera cruzada se dividio en dos partes
Cruzada Popular: La iglesia en un discurso ofresio a todo hombre que defendiera a la iglesia y a los santos lugares el perdon de sus pecados y el agradecimiento de dios, esto dio origen a una masiva concurrencia donde Pedro el Hermitaño tuvo una participacion de gran importancia en el reclutamiento de pobladores y de civiles para conbatir a los musulmanes.
Ahora bien esta primera face de esta cruzada no dio resultado devido a que hubo al interior una desorganizacion, de que manera existio el canibalismo mataron a gran cantidad de judios cristianos y cuando pasaban por un puebloa pedir donacion la gente se escondia debido a la violencia con que entreban a los pueblos.
Estos fueron a cabados antes de llegar a Jerusalen por los Musulmanes.
Cruzada Caballeresca: Esta cruzada fue difente a la anterior debido a que participaron solamente caballeros como Godofredo de Buiñon entre otros.
Esta primera cruzada y la cuarta fueron las que llegaron a
Destino Jerusalen y proteger los santos lugares.

Segunda Cruzada

La segunda cruzada se origina a causa de la consternación que sintió la cristiandad en occidente cuando cayó Edesa en manos de Zengui, el primer gran caudillo musulmán en conseguir una significativa victoria ante los francos.
Edesa era una importante ciudad cristiana, había sido el lugar donde los bizantinos habían encontrado la sábana santa, y tenía un valor muy apreciado tanto para oriente como para occidente.
La reina de Jerusalén, Melisenda, en un acto desesperado sabiendo que con las fuerzas de oriente no podrían recuperar la ciudad arrebatada a Joscelino, envía a Hugo, obispo de Jabala a entrevistarse con el Papa Eugenio III para pedirle ayuda occidental ante tan graves acontecimientos.
Eugenio III no tenía todo el poder consigo, ya que se encontraba en Viterbo en una situación algo incómoda, por no poder siquiera acercarse a Roma, donde los rebeldes a su política dominaban la ciudad.
Sin embargo, decidió que había que predicar una cruzada para fortalecer a la cristiandad en Ultramar, así que se puso en acción escribiendo una Bula especial al rey Luis de Francia y a todos sus nobles, con el objetivo de convencerlos de abrazar la cruz y marchar a oriente a recuperar el lugar santo de Edesa..
El rey hizo un llamamiento a todos sus vasallos y se encontró un tiempo después con ellos en Bourgues, aunque luego de una fría reunión salió sumamente desilusionado porque no halló entusiasmo cuando dijo que iba a abrazar la cruz; prácticamente nadie se adhirió a sus palabras, apegados como estaban a sus ricos feudos y a sus productivos campos.
Convocó entonces una nueva asamblea tiempo después en Vézeláy donde predicó Bernardo de Claraval en 1146, y donde quedó demostrada la elocuencia de San Bernardo, acostumbrado a fulminar con su palabra hablando como si fuera el mismísimo Jesucristo y probablemente con gestos y aparatosidades que impresionarían en gran forma a los toscos caballeros francos, y como resultado de ello convenció al auditorio de tal manera que salieron todos enloquecidos pidiendo cruces y entusiasmados con la idea de viajar a los Santos Lugares.
Bernardo no se detuvo allí, sino que animado por el fervor recogido de sus palabras recorrió todos los territorios de los francos obteniendo un éxito similar pueblo por pueblo en territorio franco, hasta que un obispo lo invitó a Renania, ya en territorio germano, y luego del comienzo de su prédica, que mucho tendría que ver con la exaltación del cristianismo pero también con el miedo, el odio y la destrucción de todas las demás religiones, tuvieron lugar enormes matanzas de judíos en Alemania, por parte de la gente que tomaba demasiado al pie de la letra la predicación del Santo.
Una vez aplacadas las revueltas contra los judíos con mucho esfuerzo por parte de las tropas locales, el santo comenzó a predicar con más intensidad en todos los territorios germanos e incluso hubo un encuentro con el rey Conrado, que resultó algo frío y distante.
Pensó en volverse a los territorios francos, pero no volvió a porque insistieron los obispos alemanes en que se quedase predicando.
Un segundo encuentro con Conrado en Navidad volvió a desilusionar a Bernardo, pero el pueblo alemán ahora desesperaba por ir a la cruzada.
Finalmente en un último encuentro Bernardo se esforzó y logró conmover de alguna manera al rey alemán, o al menos pudo convencerlo de partir, ya que este accedió a dar su palabra de emprender junto al rey Luis de Francia la cruzada.
Esta noticia preocupó al Papa porque no quería involucrar a Conrado en las cruzadas ya que confiaba en el equilibrio que el rey alemán produciría ante cualquier bravuconada del rey Roger de Sicilia, peligroso adversario de la Santa Sede, y que ahora quedaría con cierta ventaja si aprovechaba la salida de los reyes hacia oriente, como para intentar asaltar las propiedades papales.

Tercera Cruzada

En esta ocasión el que realizó el llamado fue nuevamente un Papa, Inocencio III. Al estilo de Bernardo, atacó primeramente los oídos de los reyes, en particular, Felipe II Augusto de Francia, Federico I Barbarroja de Alemania y (evidentemente!) Ricardo I Corazón de León de Inglaterra. El emperador alemán aceptó más o menos de buena gana, pero Felipe estaba horrorizado con la idea. No le cabía en la cabeza el abandonar sus deberes como monarca y enfrentarse a seguros desórdenes por parte de sus súbditos más poderosos (aunque el más poderoso era, curiosamente, Ricardo) y mientras tanto andar corriendo por todo el Oriente en medio de una aventura loca. Pero la presión de su pueblo y el deseo de no contrariar mucho al rey inglés, lo hizo empacar maletas. Así, tres reyes europeos partían a llevar nuevamente clamores de guerra a la Tierra Sacra.
Federico Barbarroja viajó por tierra, siguiendo una ruta similar a la de Godofredo de Bouillon un siglo antes (corría el año de 1190). Llegó a Constantinopla, y luego prosiguió por Asia Menor. Cuando se encontraba bañando en un riachuelo, una crecida capturó al rey y lo hundió, ahogándolo en el proceso. Después de este suceso, el ejército que venía con él se dislolvió.
Los otros dos gobernantes, mientras tanto, hacían la travesía por mar. Al llegar a Sicilia, Ricardo se enfrentó con Tancredo, el gobernante de la zona, aunque al final llegaron a un acuerdo. Luego continuaron hasta Chipre, que el monarca inglés se empeñó en conquistar, a pesar de los grandes retrasos que ya llevaba el viaje. Por fin, después de dar mil vueltas, la expedición tocó tierra en Tiro en 1191. Allí fueron informados que aparte de dicha ciudad, no era mucho lo que continuaba en manos cristianas. Los pocos soldados que permanecían en la zona estaban asediando Acre, y se le pidió a los reyes que colaboraran con esto. El ejército expedicionario partió al apoyo de sus correligionarios y a los pocos meses la ciudad cayó junto con toda la guarnición. Entonces, Ricardo propuso a Saladino que le entregaba los hombres a cambio de unas reliquias capturadas por los musulmanes durante sus incursiones. Saladino se demoró en su respuesta y esto llevo a que Corazón de León, completamente encolerizado, ordenara que llevasen a 2600 musulmanes de Acre, hombres, mujeres y niños, a las murallas y allí los ejecutaran. Fue un acto de barbarie que pocos islámicos olvidarían.
Felipe de Francia ya estaba bastante aburrido con esta situación. Ricardo se había autodenominado comandante en jefe de los ejércitos y había hecho a un lado al francés. Por tanto, éste retorno a su patria. Ricardo lo llamó desertor y dijo que en todo caso continuaría solo. Desde Acre empezó a recorrer toda la costa hacia el sur, tomando fortaleza tras fortaleza. Saladino estaba empezando a atemorizarse con los logros de este rey guerrero y decidió llegar a un acuerdo con él: le permitiría tomar posesión de toda la región costera, pero el interior, incluyendo Jersualén, seguiría en manos musulmanas. Ricardo meditó largo tiempo sobre esto, y mientras tanto sus ejércitos llegaban a la vista de la Ciudad Santa, pero en última instancia, aceptó. Se permitió que los cruzados cumplieran sus votos de visitar Jerusalén, y después la gran mayoría retornaron a sus países de origen (Ricardo tardaría en volver a sus dominios, pero esa historia es ajena a los hechos que se narran aquí).
La Tercera Cruzada había superado a la Segunda rotundamente, pues había salvado a los occidentales de ser expulsados de sus territorios orientales, pero, a consecuencia de los ataques de los campeones de la jihad, los Estados Latinos no eran más que un vago recuerdo y, lo que es peor, Jerusalén seguía en manos del infiel. Pero lo cierto es que ya los motivos místicos de la lucha en Outremer habían ido cediendo paso a los potierras, no importaba compartirlas con los otros. líticos: con tal de tener

Cuarta Cruzada

Tras la tregua firmada en la Tercera Cruzada y la muerte de Saladino, en 1193, se sucedieron algunos años de relativa paz, en los que los estados francos del litoral se convirtieron en poco más que colonias comerciales italianas. En 1199 el Papa Inocencio III decidió convocar una nueva cruzada, para aliviar la situación de los estados cruzados. Esta Cuarta Cruzada no debería incluir reyes e ir dirigida contra Egipto, considerado el punto más débil de los estados musulmanes. Al no ser ya posible la ruta terrestre, los cruzados debían emplear la ruta marítima, por lo que se concentraron en Venecia. El dux Enrico Dandolo se coaligó con el jefe de la expedición Bonifacio de Montferrato, y con un usurpador bizantino, Alejo IV Ángelo, para cambiar el destino de la cruzada y dirigirla contra Constantinopla, al estar los tres interesados en la deposición del basileus del momento, Alejo III Ángelo. Inicialmente, los cruzados fueron empleados para luchar contra los húngaros, en Zara, por lo que fueron excomulgados por el Papa. Desde allí se dirigieron hacia Bizancio, donde consiguieron instalar a Alejo IV como basileus en 1203. Sin embargo, el nuevo basileus no pudo cumplir las promesas hechas a los cruzados, lo que originó toda clase de disturbios. Fue depuesto por los propios bizantinos, que coronaron a Alejo V Ducas. Esto provocó la intervención definitiva de los cruzados, que conquistaron la ciudad el 12 de abril de 1204. El saqueo de la ciudad fue terrible. Miles de cristianos (incluyendo mujeres y niños) fueron asesinados por los cruzados. Desvalijaron y destruyeron mansiones, palacios, iglesias y la propia basílica de Santa Sofía. Europa occidental recibió un aluvión de obras de arte y reliquias sin precedentes, producto de este saqueo. Con ello llegaba a su fin el Imperio Bizantino, que se desmembró en una serie de estados, algunos latinos y otros griegos. De estos, el llamado Imperio de Nicea conseguiría restaurar una sombra del Imperio Bizantino en 1261. Los cruzados establecieron el llamado Imperio Latino, organizado feudalmente y con una autoridad muy débil sobre la mayoría de los territorios que supuestamente controlaba (y nula sobre los estados griegos de Nicea, Trebisonda y Epiro). La Cuarta Cruzada asestó un doble golpe a los estados francos de Palestina. Por un lado, les privó de refuerzos militares. Por otro, al crear un polo de atracción en Constantinopla para los caballeros latinos, produjo la emigración de muchos que estaban en Tierra Santa hacia el Imperio Latino, abandonando los estados francos.

Quinta Cruzada

La quinta, iniciada por el papa Inocencio III y continuada por Honorio III, fue secundada por Juan de Brienne, rey de Jerusalén en el exilio, el duque Leopoldo VI, de Austria, y el rey de Hungría, Andrés II. El único resultado práctico fue la conquista de Damieta, después de un asedio memorable, sin que ello tuviese consecuencias para la Cristiandad. La importancia de las Cruzadas va disminuyendo a medida que nos acercamos a las últimas.

Sexta cruzada

La predicó el papa Honorio III, y desde un primer momento se contó con el emperador Federico II prestaría a ella todo su apoyo y colaboración. El monarca alemán había hecho numerosas promesas en tal sentido, pero jamás había tenido intención de cumplirlas. (Federico II veía a la cruzada como algo anacrónico: a sus ojos la diplomacia era un arma más eficaz que la guerra; por otra parte, la cruzada había de favorecer los intereses del papado, su encarnizado rival,, pero en modo alguno los suyos.) Una y otra vez Federico II aplazó la expedición. Sólo ante la excomunión lanzada contra él por Gregorio IX, el enérgico sucesor de Honorio III, Federico II decidió embarcarse hacia Palestina, acompañado de un reducido ejército(1228). Su propósito no era la conquista de los santos Lugares, sino el establecimiento de un condominio cristiano-musulmán sobre ellos. Federico II y el sultán egipcio llegaron fácilmente a un acuerdo, por el que aquél recibió Jerusalén, Nazaret, Belén y las poblaciones situadas junto al camino entre el puerto de Jaffa y la Ciudad Santa; también se concertó una tregua de diez años(1229).

Séptima cruzada

En 1939, poco antes de expirar la tregua acordada en 1229, Teobaldo de Champaña, rey de Navarra, dirigió una expedición a Tierra Santa, sin resultado alguno. Como respuesta, los musulmanes se adueñaron nuevamente de Jerusalén. Un año después, en 1240, Ricardo de Cornualles recupera los Santos Lugares para la cristiandad, pero por poco tiempo: en 1244 las fuerzas cristianas en Palestina eran derrotadas en la batalla de Gaza y, como consecuencia, solo jaffa y San Juan de acre permanecían bajo su dominio. Ante este desastre el papa Inocencio IV Hizo un nuevo llamamiento a los príncipes cristianos. Luis IX de Francia asumió la dirección de la cruzada. El monarca y lo mas granado de la nobleza Francesa embarcaron en Aigües-Mortes (1248), rumbo a Chipre y Egipto, donde, tras apoderarse de Damieta (1249), marcharon sobre El Cairo. Como hicieran treinta años antes los expedicionarios de la Quinta Cruzada, Luis IX y sus caballeros desoyeron las ofertas del sultán egipcio de canjear Damieta por los Santos Lugares. En las proximidades de Mensura los musulmanes infligieron a los cruzados una dura derrota, y en la retirada fue hecho prisionero el rey Francés con buena parte de su hueste. El precio de su libertad fue la entrega de Damieta y de un millón de besantes de oro. Desde Egipto Luis IX paso a Palestina, donde permaneció varios años, hasta 1254, impulsando la fortificación de las pocas plazas en poder de los cristianos.

sábado, 30 de junio de 2007

Octava Cruzada

La octava cruzada fue organizada por Luís IX, rey de Francia, en 1270. La octava cruzada es a veces contada como la sétima, si se cuenta la quinta y sexta de Federico II como una. La novena es a veces contada como parte de la octava.

Luís nota los eventos en Siria, donde el sultán Baybar estaba atacando los restantes estados cruzados. Baybar había tomado la oportunidad después de la guerra entre Venecia y Génova (1256-1260) que descuidaron los puertos sirios que ellas controlaban. Para el año 1265 Baybar había captura Nazareth, Haifa y otros cuidades. Hugo III de Chipre, rey nominal de Jerusalén desembarco en Acre para defender la ciudad, mientras Baybar marchaba al norte, a Armenia que estaba en esa época en manos de los mongoles.

Estos eventos llevaron a Luís a declarar una nueva cruzada en 1267, aunque esta vez hubo poca ayuda. Luís fue convencido por su hermano Carlos de Anjou para atacar Túnez primero, lo cual les daría una buena base para atacar Egipto.

En 1270 Luís desembarco en la costa de África del norte en julio, una época mala para el desembarco, el ejercito estaba enfermo de desinteria y en el 25 de agosto Luís murió de esta enfermedad. Sus ultima palabra fue “Jerusalén”. Carlos nombro a su hijo Felipe III como nuevo rey pero debido a su edad Carlos dirigió la cruzada.

La enfermedad hizo que se desistiera en el ataque a Túnez y fue abandonado el 30 de octubre con un acuerdo con el sultán. Con este acuerdo los cristianos podrían comercializar con Túnez y la residencia de monjes y sacerdotes se permitiría. Carlos se alió con el príncipe Eduardo de Inglaterra, quien había llegado. Eduardo continuo su ataque hacia Acre, fue el ultimo cruzado en Siria. Esta seria llamada la novena cruzada.

Las consecuencias de las cruzadas

La expulsión de los latinos de Tierra Santa no puso fin a los esfuerzos de los cruzados, pero la respuesta de los reyes europeos y de la nobleza a nuevas convocatorias de Cruzadas fue débil, y las posteriores expediciones se llevaron a cabo sin ningún éxito. Dos siglos de Cruzadas habían dejado poca huella en Siria y Palestina, salvo numerosas iglesias, fortificaciones y una serie de impresionantes castillos (ciento dos en total), como los de Margat (al-Marqab), en la costa de Siria, Montreal, en la Transjordania, el Krak de los Caballeros, cerca de Trípoli (edificado sobre una primitiva fortaleza llamada en árabe Hons al-Akrad), y tal vez el más imponente, con capacidad para una guarnición de dos mil hombres, y Belfort, a orillas del río Litani (sur del Líbano).

Se calcula que las cruzadas que tuvieron lugar entre 1095 y 1291 debieron costar en total unos dos millones de vidas humanas, o sea un 7% del total de la población europea que, en la Edad Media oscilaba en los 28 millones de personas.

Los efectos de las Cruzadas se dejaron sentir principalmente en Europa, no en el Cercano Oriente. Los cruzados habían apuntalado el comercio de las ciudades italianas, habían generado un interés por la exploración del Oriente y habían establecido mercados comerciales de duradera importancia.

Sin embargo, las cruzadas aumentaron esto considerablemente. Por ejemplo, en los siglos XII y XIII plantas y frutas hasta entonces desconocidos en el continente europeo como el arroz, el trigo sarraceno, las sandías, los melones, las berenjenas, las naranjas, los limones, los damascos y los albaricoques, así como la caña de azúcar, comenzaron a sembrarse.