domingo, 1 de julio de 2007

Cuarta Cruzada

Tras la tregua firmada en la Tercera Cruzada y la muerte de Saladino, en 1193, se sucedieron algunos años de relativa paz, en los que los estados francos del litoral se convirtieron en poco más que colonias comerciales italianas. En 1199 el Papa Inocencio III decidió convocar una nueva cruzada, para aliviar la situación de los estados cruzados. Esta Cuarta Cruzada no debería incluir reyes e ir dirigida contra Egipto, considerado el punto más débil de los estados musulmanes. Al no ser ya posible la ruta terrestre, los cruzados debían emplear la ruta marítima, por lo que se concentraron en Venecia. El dux Enrico Dandolo se coaligó con el jefe de la expedición Bonifacio de Montferrato, y con un usurpador bizantino, Alejo IV Ángelo, para cambiar el destino de la cruzada y dirigirla contra Constantinopla, al estar los tres interesados en la deposición del basileus del momento, Alejo III Ángelo. Inicialmente, los cruzados fueron empleados para luchar contra los húngaros, en Zara, por lo que fueron excomulgados por el Papa. Desde allí se dirigieron hacia Bizancio, donde consiguieron instalar a Alejo IV como basileus en 1203. Sin embargo, el nuevo basileus no pudo cumplir las promesas hechas a los cruzados, lo que originó toda clase de disturbios. Fue depuesto por los propios bizantinos, que coronaron a Alejo V Ducas. Esto provocó la intervención definitiva de los cruzados, que conquistaron la ciudad el 12 de abril de 1204. El saqueo de la ciudad fue terrible. Miles de cristianos (incluyendo mujeres y niños) fueron asesinados por los cruzados. Desvalijaron y destruyeron mansiones, palacios, iglesias y la propia basílica de Santa Sofía. Europa occidental recibió un aluvión de obras de arte y reliquias sin precedentes, producto de este saqueo. Con ello llegaba a su fin el Imperio Bizantino, que se desmembró en una serie de estados, algunos latinos y otros griegos. De estos, el llamado Imperio de Nicea conseguiría restaurar una sombra del Imperio Bizantino en 1261. Los cruzados establecieron el llamado Imperio Latino, organizado feudalmente y con una autoridad muy débil sobre la mayoría de los territorios que supuestamente controlaba (y nula sobre los estados griegos de Nicea, Trebisonda y Epiro). La Cuarta Cruzada asestó un doble golpe a los estados francos de Palestina. Por un lado, les privó de refuerzos militares. Por otro, al crear un polo de atracción en Constantinopla para los caballeros latinos, produjo la emigración de muchos que estaban en Tierra Santa hacia el Imperio Latino, abandonando los estados francos.

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